Capitulo uno.

¿Cómo aprendí a leer?

Desde pequeña…, desde grande… no sé, quién dice que así se ha de comenzar una historia, tal vez antes era más grande y no lo sabía, tal vez ahora sí soy más pequeña, ¿quién dice lo contrario?.... Bueno, entonces cuando era aún una niña y mis padres me llevaban a la guardería, recuerdo que lloraba como una magdalena; mi madre me contaba que siempre que llegaba a recogerme en las tardes me encontraba toda orinada -no sé por qué lo hacía-. Desde que me enseñaban mis profesores a leer, recuerdo una pesadilla que tuve un par de veces; era que yo estaba en un lugar parecido a una cárcel, y habían unos avisos de precaución, al lado se encontraba mi papá que me decía que leyera lo que ahí decía –no sé por qué él no lo hacía, si sabía más que yo- y teníamos que jalar una palanca para poder salir corriendo.  En el sueño, pensaba que nunca iba a aprender a leer.
Una vez, como en primer grado, me acuerdo que mi profesora nos enseñaba con el libro “Nacho lee”, y mientras todos mirábamos al tablero, ella nos indicaba como se pronunciaban tal y tales silabas, cómo sonaban estas palabras, etc.
Mi padre, me había comprado un libro que me encantaba, era sobre una familia de ratoncitos y sus aventuras, creo que me lo leí por ahí más de diez veces, no sé si era por la lectura o por las ilustraciones que traía que me encantaba; también, cada vez que podía me daba revistas gordísimas para que leyera delante de él. Mi padre Martín, me ayudo a agilizar el aprendizaje de la lectura, porque en verdad yo pensaba que nunca aprendería a leer ja, ja, ja.

En el colegio las Américas, como en cuarto grado,-en el que cursé desde el grado segundo hasta quinto- los profesores de Español nos enseñaban la letra pegada; a mi esa letra se me hizo demasiado difícil y siempre trataba de que me quedara bonita pero de la única forma que me funcionaba era haciendo lento, lento, lento todo, hasta que me cansaba y después lo hacía rápido. Me quedaba todo “choneto”.

Cuando comencé la secundaria, mi profesor de lengua castellana nos ponía a leer muchos, muchos libros y, de cada uno de ellos nos decía que debíamos sacarles resúmenes y palabras claves; recuerdo que cuando veía clase con él llegué a tener tres cuaderno: uno para la clase normal, otro para los resúmenes y otro más porque el anterior se me acabó. En ese entonces me parecía que eso no servía para nada, pero ahora que lo pienso, esos conceptos claves que sacábamos de los libros me han servido de mucho; agilicé mi lectura y aumenté mi comprensión.
En séptimo grado, mi profesora de lengua castellana era un amor total; las clases con ella eran muy provechosas, nos enseñó todo lo relacionado con la gramática de la lengua española.
Mis años en décimo y once grado, creo que fueron los años en los que realmente aprecié la lectura, me tomé el tiempo y la dedicación de leer un libro, no porque me lo mandara a leer un profesor, me lo leía porque realmente me fascinaba, me gustaba el mundo a donde ellos me transportaban; es chistoso, porque mientras uno lo lee se imagina todo lo que describen ahí. Nuestra imaginación es tan grande, que por ejemplo en mi caso siento como si me hubiera visto una novela o un documental y tenga en mi cabeza imágenes de escenas, no las letras que voy leyendo. Mi profesora de décimo se llamaba María Paula, y fue graduada de la universidad del valle al igual que mi profesora Martha Medina de grado once.

Mi profesora Martha nos mostró libros que “debíamos leernos”, pero nunca lo sentí  así. Mis compañeras todo el tiempo se quejaban de las lecturas tan largas, pero yo me las gozaba; todavía las conservo. Por ejemplo una de esas es la de “Romeo y Julieta”, a mí me fascinó por completo la obra, –me hizo reír mucho- escenas muy graciosas que en ninguna de las dos películas basadas en la obra se pueden apreciar; definitivamente no hay nada como la lectura. Otra de las lecturas impresionantes que nos dio para leer fue sobre los hitos de mujeres colombianas, uno de estos es el de Gloria Pachón de Galán, la viuda de Luis Carlos Galán; la forma en como ella describe su vida desde el comienzo y luego llega a lo que la marcó, es alucinante.

Un libro que me leí hace poco tiempo y me gustó mucho la forma en que describían cada detalle sobre la selva amazónica colombiana, -sus bosques espesos en los que no pasaba nadie sino era a punta de machete, la tribu indígena de caníbales con la que se toparon en las profundidades de la selva, frutas exóticas que ni siquiera hoy en día son conocidas por muchas personas y, muchas cosas más- fue uno llamado “Perdido en el amazonas” de Germán castro Caicedo. Este libro lo encontré en una biblioteca de color marrón y rectangular que tiene mi abuelo con un montón de libros, hay de todo: enciclopedia, colecciones de poemas de todas las clases, novelas, álbumes de fotos, atlas, diccionarios, diccionarios de gramática... con todo eso, ¿quién necesita de Internet? Ja, ja, ja. El otro día me encontré una novela que se llama “mientras llueve”, vamos a ver qué tal es. ¡Mi abuelito Antonio es el mejor de todos!

Ya en la universidad, estando en primer semestre tuve clases con un profesor llamado Ricardo Iglesias, él era demasiado gracioso; las clases con él eran muy activas y dinámicas, me enseño muchas cosas: las clases de textos, cómo armar la estructura de un texto, cómo armar un tipo de texto de acuerdo a las clases de textos, a pulir, a no hacer redundancia con las palabras y, a aprender a ubicar de manera correcta la puntuación que es tan importante.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Tu historia me pareció muy entretenida, ya que nos relatas paso a paso como fue tu travesía para aprender a leer. Mencionas cada aspecto que te marco desde tu niñez hasta ahora la Universidad.
    Sin embargo, te quiero hacer un comentario y es que debes de mejorar las ideas, cuando leí note que habían unas muy sueltas, como por ejemplo al principio de tu texto hablaste de que en las tardes que te recogían de la guardería te encontraban orinada y de allí cambiaste a otra cosa muy diferente. Debes de enlazar mejor las ideas para tener una buena coherencia. A mi parecer utilizas un lenguaje adecuado y entretenido para el lector.
    Buen trabajo!

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